Llega el 6 de julio y, como todos los años, a las 12 del mediodía comenzarán las fiestas de mi ciudad. De entre los casi dos millones de visitantes que se esperan, muchos vendrán con su cámara de fotos y unos cuantos de entre ellos vendrán con el objetivo principal de hacer fotos.
Los hay incluso que hacen su negocio con ello, organizando cursillos y “photowalks” sanfermineros en los que, previo pago de una cuantiosa cantidad, te llevan a los que ellos consideran los lugares significativos de la fiesta. Pertrechados con chubasqueros y con las cámaras lo más impermeabilizadas posible, van en busca de la excepción. Pasan casi sin mirar por delante de los cientos de miles de personas que comienzan las fiestas con normalidad, los tradicionales almuerzos de las cuadrillas de Pamplona ni siquiera saben que existen; las familias con gente de todas las edades que acuden al Txupinazo no les interesan tampoco; la inmensa mayoría de mozos y mozas bebiendo, cantando y bailando les resultan curiosos, pero tampoco son su objetivo. Su objetivo, ya lo he dicho antes, es la excepción. Buscan la foto que luego les dará visitas en sus blogs y causará polémica en las redes sociales, buscan tetas al aire, buscan desfase y buscan australianos saltando desde lo alto de la fuente de la Plaza de Navarrería. Junto a ellos estarán un buen puñado de fotoperiodistas que, conocedores que los grandes medios de comunicación lo que buscan es carnaza y polémica, harán fotos de esas mismas excepciones que he mencionado más arriba.
¿Resultado de todo esto? Dos consecuencias principales:
1.- La imagen exterior de la fiesta se ve muy perjudicada y se distorsiona cada vez más.
2.- El efecto llamada hace que cada vez sean más los que acuden a Pamplona a reproducir esos comportamientos.
No voy a hablar aquí de qué medidas habría que tomar socialmente para evitar que haya quien se juegue la vida tirándose de una fuente o para cortar por lo sano con las agresiones sexuales. Esto es un blog de fotografía y por lo tanto me voy a ceñir al comportamiento fotográfico, y la solución me parece de lo más simple: que los medios que quieran hacerse eco de los sanfermines, lo hagan de una manera completa, cubriendo (encierros aparte, que esos están bien cubiertos) los distintos aspectos de las fiestas, no sólo aquellos más polémicos o llamativos.
Me gustaría tener muchas fotos sanfermineras con las que ilustrar este post, pero cuando me toca elegir entre ser partícipe de la fiesta o fotografiarla siempre elijo lo primero. Por eso este día 6 de julio, mientras algunos estarán viendo la fiesta a través del visor de su cámara, yo estaré almorzando con la cuadrilla, cogiendo fuerzas para los “duros” días de juerga que nos esperan.
Y dicho lo cual, sólo puedo añadir lo siguiente:
¡VIVA SAN FERMIN!
¡GORA SAN FERMÍN!